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LA CAPITANA UNA PICANTERIA CON SU PROPIA FAMA

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Las picanterias y las picanteras no fueron consideradas siempre como templos de la culinaria arequipeña, en algunos casos se consideraba que las picanterias no eran lugares para ser visitadas por las mujeres dignas, solo habia mujeres publicas en estos lugares frecuentadas por un grueso de la población masculina arequipeña, dispuestos a la revolución. Actualmente podemos apreciar que las mujeres frecuentan las picanterias dispuestas a picantear sin ninguna censura y mucho menos algun prejuicio, lo que nos demuestra que los conceptos discriminatorios hacia las picanterias y picanteras han sido superados por una ya populariza admiración, asi lo demuestran las imagenes obtenidas de la picanteria LA CAPITANA en Cayma Arequipa

LAS PICANTERIAS DE ANTAÑO

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En la decada del 30 del siglo pasado, las picanterias, eran consideradas por el Dr. J Uriel Garcia como "el lugar de alumbramiento de la cultura popular... en este recinto humilde nace la poesia, el arte, el pensamiento del pueblo" (GARCIA:1933). Donde la chicha reconfortaba al arriero " para emprender su marcha en pos del mundo, al demagogo para cobrar valor en la jornada, hasta el caudillo para el logro de sus ambiciones. El arequipeño de Antaño (no el "ccala") no podia ser concebido sin un vaso de chicha y su plato de picantes. El "bebe" fue el primer vaso de chicha ofrecido por la paisana picantera para aplacar la sed, era el saludo cordial de la picanteria para el comensal (ahora te cobran hasta por eso). El "cogollo" en cambio fue el vaso de despedida, ese sabor dulzon que deja el ultimo trago, tanto como el adios de la picanteria. Los picantes eran: el locro, cuy al horno, cabeza sancochada, cairo (chayro), el chupe de tripas (chaquet

AREQUIPA DE CIUDAD BLANCA A CIUDAD DE LAS ANTENAS

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Las diversas preocupaciones que gobiernan nuestras vidas, muchas veces nos obligan a ver, pero cuando observamos, podemos encontrarnos con una serie de sorpresas, la ciudad blanca otrora baluarte de la libertad y la democracia se ha convertido en la ciudad de las antenas, donde el arequipeño ya no escucha los tañidos de las campanas, si no el timbrar de sus celulares, ya no guarda compungido la tradición religiosa si no apoya a Backus para disfrutar de la semana "tranca", argumentando la libertad, no al libertinaje oprobio de nuestras juventudes embrutecidas por las espumas etilicas del desconsuelo. Disfruten o lloren por la Arequipa que se fue, y observen la Arequipa que hoy es: